Poema para despertar a las lavanderas
Ingrid Robyn
Levantarán tarde
cantarán más alto que la tristeza,
espantarán la pereza
que todavía duerme sobre la cama.
Recogerán, lavarán los trastes, barrerán el piso,
sacarán el polvo de los muebles,
todo eso mientras recuerdan
– las escucho –
que todavía hay que sacar la basura
acumulada ahí en la cabeza.
Limpiarán la casa
como que para adelantar
las tareas del domingo.
Se lavarán el alma, me digo,
con agua y bicarbonato de sodio,
y escupirán un poco de odio sobre las mesas
para darles algo de brillo.
Cantarán más alto que la tristeza,
despertarán al vecino
de su siesta.
Sacudirán la alfombra hacia afuera,
mientras por la ventana
un balde de agua turbia vuela.
Se tomarán una pausa, se lijarán las uñas,
hasta que de pronto se acuerdan
que todavía hay que bajar las botellas
que duermen ahí sobre la mesa.
Hay que bajarlas – se dicen –
pero primero
se tomarán una cerveza.
Y resulta que lo sucio – pienso –,
lo realmente sucio
no se quita a desafinos,
la escoba las escucha
pero no responde.
Te dejarán una nota,
esquivarán tu beso:
“Perdona si la lavadora
la he dejado para el domingo.”
Texto inédito.